En la más grande de las tres plazas que de forma lineal se han acomodado para recibir a las familias del Altiplano, se armó la fiesta para el doctor Américo Villarreal Anaya, quien desde aquí lanzó un grito para que se escuche en todo Tamaulipas, “todos los que estamos aquí, ya no queremos más gobiernos del PRIAN”.
Debajo de los nogales y a pesar de la amenaza de lluvia, los habitantes de Jaumave, Bustamante, Miquihuana, Palmillas y Tula llegaron marchando con algarabía y coreando “es un honor estar con el doctor” a esa emblemática Plaza Hidalgo.
Regina, es una pequeña, que muestra su talento y junto a su hermana se adueña del escenario y hace suya la canción de campaña, “aquí está el doctor Américo, él si nos quiere y nos cuida”.
Mientras, Filogonio de 80 años, de tez morena, con visibles surcos en el rostro, huellas de la faena diaria, sentado en la jardinera disfruta la fiesta y confiesa que antes votaba por el PRI, pero ya no, le fallaron y ahora está convencido que votará por Morena. Él se pone la camiseta con las siglas guindas y encima su sombrero, aunque cae la tarde lo mantiene en la cabeza, como todos los hombres del campo.
Representantes de los pueblos originarios de en medio de la Sierra Madre, exponen sus preocupaciones al doctor de la candidatura común de Morena-PT y Verde Ecologista. Una de sus urgencias es un pediatra para la atención de los infantes en esta zona y “lo van a tener, nada más llegando al gobierno”, les asegura.
Candelario Pecina al micrófono recordó a la familia Villarreal, señaló que el doctor Américo como lo hizo su padre, el ingeniero, se preocupa por los más pobres de todo Tamaulipas. “Saludas la mano que trabaja, la de los campesinos” le dijo a quién de una vez nombró “Señor gobernador” y acto seguido estrechó su mano.
En su turno, el candidato dialoga con la gente que ha llenado la plaza principal, invita a la reflexión para saber elegir, para ejercer el derecho al voto y les compromete su palabra “Tamaulipas es el mejor estado del país y vamos a recuperar nuestro orgullo”, y díganle a todos los compañeros del campo, que “no les voy a fallar y que los amigos de mi padre, son mis amigos”.
Aquí, el invitado de honor y su esposa, doctora María de Villarreal se acercan y escuchan las peticiones de todos. La música sigue, y se dan tiempo para la foto familia por familia, en un día de fiesta, que llenó de gozo y esperanza a todos los asistentes.
A los hombres de sombrero –casi todos adultos mayores—les revive la esperanza en la mirada y también las mujeres. Todo le creen, les da confianza y lo miran a los ojos con el anhelo de salvar esta región olvidada durante años.
A ellos y a las mujeres más pobres del estado les dijo que es precisamente esa confianza la que consolida el proyecto de transformación, cuya base es tener un gobierno atento a su población como una nueva forma de expresión de la democracia participativa y con una sociedad colaborativa.